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Saliendo del silencio sobre la violencia generacional contra las mujeres

Four generations of women in my family

Aviso: Éste articulo menciona la violación, la agresión sexual, y violencia contra mujeres.

En mi familia, y probablemente en la suya, la violencia contra las mujeres es generacional. 

Mi abuela Lela llegó a su punto de ruptura hace setenta y cinco años en Las Marías, Puerto Rico. En ese día, mi abuelo Marcos le lanzó una barra de jabón. Con un fuerte golpe, se conectó con la cabeza de mi Titi Elda. En ese segundo, Abuela Lela decidió trasladar a mi papá, a mi Titi Elda y a los otros niños al sur del Bronx, donde los criaría sola. Cuando un tumor cerebral lentamente drenó la vida de su única hija, Lela nunca abandonó la idea de que la barra de jabón y el tumor cerebral estaban interconectados.

Esto es violencia contra las mujeres.

Nuestra abuela Pancha dio a luz a los trece años después de que el abuelo Tomás la “sacara” de la casa de sus padres.  El hijo de Pancha fue registrado a la esposa legal del Abuelo Tomás y fue separado de ella al nacer.  (Esto se hizo para evitar cargos de estupro contra el abuelo Tomás). Su hijo pequeño fue devuelto a ella con una enfermedad mortal.  Con ternura, cuidó su cuerpo flácido para que recuperara la salud y siguió teniendo muchos más hijos con el Abuelo Tomás.  Sin ayuda disponible para las mujeres rurales pobres y con poca educación, las duras políticas del gobierno de Puerto Rico contribuyeron a las pésimas condiciones para las familias pobres.

Esto es violencia contra las mujeres.

La carrera de mi madre terminó a los 51 años debido a una enfermedad relacionada con el estrés. Fue una de las primeras mujeres de carrera a tiempo completo para el Ejército a principios de la década de 1970. Cada día, esta joven diminuta trabajadora llegaba con una sonrisa radiante para trabajar en un lugar de trabajo casi exclusivamente masculino en una base militar de California. Ella abrió su camino hacia arriba trabajando de un rango de GS-3 a GS-12, perdió su rango durante una reducción de la fuerza del gobierno y después volvió a subir de rango. Ella tuvo una experiencia desgarradora pero demasiada común, de ser pasada por alto para un ascenso y luego entrenar al hombre con menos experiencia, para hacer el trabajo que no le dieron a ella.

Esto es violencia contra las mujeres.

Cuando era estudiante de primer año en la universidad, un atleta estrella usó su poder y estatura para convertir una sesión de besos conmigo en sexo. No dije que no ni puse una pelea física, pero él estaba concentrado e insistente. Usó su celebridad del campus, su edad, estatus y mi estado de embriaguez para presionarme a hacer más de lo que yo había planeado. Esta es la primera vez que hablo de esto en público.

Esto es violencia contra las mujeres.

Después de ser abusada por niños mayores en una fiesta familiar cuando ella estaba en tercer grado, mi hija Elisa se fue de casa en su cumpleaños decimoctavo.  Ella respondió a un anuncio de Craigslist para un trabajo de modelaje en Tampa, Florida – uno de los centros principales de tráfico sexual en todo el mundo. En su primer día de trabajo, después de completar su papeleo de empleo fue violada a punta de pistola por el hombre que se convertiría en su proxeneta. Amenazó con violencia a su familia (de quienes las direcciones acababa de obtener) si ella les contaba. Se mantuvo callada durante años y sufrió grandes daños. Elisa ha pasado por el infierno, pero está comprometida a romper el ciclo de violencia generacional por su hija, mi nietecita, Leyla Rose.

Esto es violencia contra las mujeres.

Les cuento estas historias porque este tipo de violencia, como una herida infectada, prospera cuando se mantiene en sus escondites húmedos y secretos. Cuando se expone a la luz y se cuida con el bálsamo curativo del amor, pierde su furia.

Hoy es el 40 aniversario del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Este día conmemora el brutal asesinato de María Argentina Minerva, Patria y Antonio María Teresa, las tres hermanas Maribal, apodadas las mariposas, que ayudaron a derrocar la cruel dictadura de Rafael Trujillo en Santo Domingo en 1960.

Tal vez haya historias que aún no ha escuchado ni compartido. Según el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades, el 34.4% de las latinas dicen haber vivido violencia doméstica en algún momento de sus vidas. Un informe reciente de SAGE cita evidencia que sugiere que, para las latinas indocumentadas y recientemente documentadas, la prevalencia de la violencia de pareja íntima puede ser tan alta como el 49%.  Según la Campaña de Derechos Humanos, 2021 ya ha demostrado ser un año mortal para las personas transgénero y de género no conforme. “En años anteriores, la mayoría de estas personas eran mujeres transgénero afroamericanas y Latinx.”

Las mujeres latinas generalmente censuramos nuestros encuentros con la violencia. 

Hoy, invito a las latinas y a las mujeres de color en general a ser dueñas de toda nuestra historia. 

Leyla Rose y todos aquellos que algún día nos llamarán sus antepasados necesitan que salgamos del silencio, hablemos y contemos nuestras historias para que otras no se sientan solas.  

Porque al final, hermanas mías, el poder de nuestro amor gana cada vez.


Denise Padín Collazo es una líder de justicia social, mentora de otras mujeres de color e integradora de trabajo familiar.  Es autora de “Thriving in the Fight: A Survival Manual for Latinas on the Front Lines of Change.” Puedes obtener copias de su libro en: www.DeniseCollazo.com. Todas las ganancias de este libro se destinarán a un fondo para organizadoras comunitarias latinas. Se desempeña como Jefa de Asuntos Exteriores en Faith in Action, donde ha pasado 25 años construyendo la mayor base religiosa progresista del país.